Montenegro :
La opinión de Michelin
Montenegro... Nombre evocador de dramas y leyendas. Imagínese unos acantilados de caliza surgiendo de un mar turquesa, aldeas de piedra adormecidas bajo el sol del Mediterráneo, palacios de reminiscencias venecianas, picos inexpugnables de cimas nevadas y monasterios centenarios construidos por encima de cañones tan profundos como los del Colorado. Es parte de lo que le ofrece este país europeo de 14 000 km2enclavado al pie de los Alpes Dináricos. Liberada sucesivamente de las dominaciones veneciana, otomana y austrohúngara y sobreviviente de una guerra fratricida, la más pequeña de las antiguas repúblicas yugoslavas, independiente desde 2006, se ha forjado un carácter terco y porfiado que no le impide acoger con los brazos abiertos a los turistas, todavía poco numerosos, que llegan dispuestos a recorrer sus tierras.
Empiece por el norte, caminando por los senderos del Parque Nacional de Durmitor y remando por el profundo cañón del Tara. Siga luego hacia el sur sin parar apenas en Podgorica, la capital. En el asombrosomonasterio de Ostrog comprobará el arraigo que tiene la fe ortodoxa entre los montenegrinos, mientras que en las localidades de playa de la costa adriática podrá confirmar su afición a la fiesta. En este tramo de litoral de 293 km de largo, a salvo del desenfreno inmobiliario y salpicado de pueblos fortificados y aldeas de pescadores, abundan los lugares donde hacer un agradable alto: el café en una terraza de Petrovac tiene un sabor particular... Sin olvidar por supuesto las famosas y espectaculares bocas de Kotor.
Empiece por el norte, caminando por los senderos del Parque Nacional de Durmitor y remando por el profundo cañón del Tara. Siga luego hacia el sur sin parar apenas en Podgorica, la capital. En el asombrosomonasterio de Ostrog comprobará el arraigo que tiene la fe ortodoxa entre los montenegrinos, mientras que en las localidades de playa de la costa adriática podrá confirmar su afición a la fiesta. En este tramo de litoral de 293 km de largo, a salvo del desenfreno inmobiliario y salpicado de pueblos fortificados y aldeas de pescadores, abundan los lugares donde hacer un agradable alto: el café en una terraza de Petrovac tiene un sabor particular... Sin olvidar por supuesto las famosas y espectaculares bocas de Kotor.
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